Friday, January 3, 2014

El momento de la verdad de Egipto



 

El Momento de la verdad de Egipto

por Mordechai Kedar

El martes de la semana pasada los habitantes del ciudad al-Mansoura, que se encuentra en la sección de Dakahlia en la parte norte del delta egipcio, se despertaron por el sonido de una fuerte explosión que se escuchó a 20 kilómetros del centro de la ciudad. Un coche cargado con decenas de kilogramos de explosivos detonó junto al edificio de la administración de seguridad de la región, mató a catorce empleados de esa administración y fueron heridos más de un centenar de personas. Los grandes daños causados a los edificios circundantes testificaron  la fuerza de la explosión. Hasta este momento, ninguna organización ha reivindicado el ataque, pero el día antes del ataque una organización salafista por el nombre de Ansar Bayt al-Maqdis (partidarios de Jerusalén) publicó una advertencia a las personas de los organismos de seguridad calificándolos de infieles porque colaboran con un régimen secular. En cualquier caso es evidente que el ataque fue obra de un grupo de jihadistas profesionales, bien entrenados con  inteligencia sólida y apoyados por una infraestructura técnica.

El gobierno de Egipto inmediatamente elevó el nivel de guardia en todas las comisarías de policía, centros de seguridad e instituciones gubernamentales en todo el país al más alto nivel, ya que el estilo operacional de las organizaciones jihad es crear una serie de ataques programados estrechamente juntos para intensificar el efecto del  temor en la población, Es claramente obvio que el país no puede dar  seguridad total a sus instituciones sin dañar seriamente la libre circulación de la población. Si deciden  imponer un toque de queda nocturno, como fue hecho durante la revolución de enero de 2011, será a expensas de los vendedores indigentes y ambulantes que aprovechan de las horas de la tarde cuando hay mucho  tráfico de clientes. El gobierno no está interesado en despertar la hostilidad de este sector de la población.

¿Quién es responsable del ataque. Hay dos candidatos naturales. Uno, es un grupo de jihadistas que tiene su base  en el Sinaí y que en el último medio año ha absorbido severos golpes del ejército egipcio, pero que no fue eliminado. El segundo grupo consiste en cualquier organización en Egipto, no en el Sinaí, que usan las protestas como métodos violentos en respuesta a la eliminación de Mursi de la Presidencia. El movimiento de los hermanos musulmanes condenó el ataque. Hay quienes toman la condenación en serio.  Piensan que el movimiento no está interesado en escalar la batalla contra el régimen para que no los definan como una organización terrorista y como consecuencia sean expuestos a medidas punitivas. Y hay quienes creen que la condena es sólo palabrería ya que el movimiento está furioso porque el régimen ha derrocado a Mursi y ha traído a los jefes del movimiento, a juicio, con cargos falsos,

Aproximadamente hace seis meses,  el 4 de julio de 2013, el día después de que el ejército había  depuesto al Presidente electo Mohamed Mursi, publiqué un artículo  en este blog titulado 'El momento de la verdad se acerca'. En este artículo  escribí: Los nombres de organizaciones tales como 'al-Takfir wal-Hijra' (excomunión y emigración) y 'Al-Nagun min al-Nar' (salvado del infierno) llenan a altos oficiales del ejército egipcio con temor, porque saben que hay suficiente gente entre la población egipcia que se identifican con las ideas radicales de estas organizaciones. Detonar coche-bombas y causar pérdidas de vida masivas entre las personas que se sospechan de haber ayudado a desligarse a la hermandad musulmana del poder, después de que habían ganado legítimamente en elecciones justas y democráticas.'

No soy ni profeta ni hijo de un profeta, pero coches bomba son un medio aceptable a lo largo de todo el Medio Oriente - desde Irak hacia el Océano Atlántico, de Siria a Somalia – para expresar rabia y resentimiento contra el régimen o porque pertenecen a una religión diferente, una comunidad diferente o un grupo étnico o tribal diferente. Utilizar un coche-bomba permite a los atacantes transferir una gran cantidad de explosivos a un lugar cerca de su objetivo sin levantar sospechas. El efecto que se logra - ya sea por daños personales, daños a la propiedad o la influencia sobre la moral - es grande. Eso es como uno se comporta en el Medio Oriente, y lo que ocurrió el martes por la mañana en al-Mansoura no es fundamentalmente diferente en carácter de lo que ocurre a lo largo de todo el Medio Oriente.

El coche bomba como un medio de ataque no es nuevo en Egipto tampoco: aproximadamente hace tres años, durante la noche del 1º de enero de 2011 un coche bomba cargado con explosivos fue detonado frente a una iglesia en Alejandría y murieron unos treinta cristianos que estaban saliendo de la Misa de Nochebuena. Sin embargo, esta vez el coche bomba no tuvo intención de hacerles daño a los cristianos.  La intención fue, dañar a otros musulmanes, no a una minoría religiosa sino a un al símbolo del régimen - el edificio de Administración de la Seguridad de la región Dakahlia.

Desde el ataque, los medios de comunicación egipcios han sido movilizados para la guerra, y como 'el fin justifica los medios',  los grupos islamistas de la hermandad musulmana y las organizaciones terroristas en Egipto y en el Sinaí se han definido como el enemigo, y su religión - según voceros del gobierno - no es el Islam porque el Islam no permite la matanza de musulmanes. No hay nadie en los medios oficiales egipcios que traten de expresar comprensión por la motivación de los atacantes o tratar de encontrar a algún tipo de justificación por su acción contra el régimen. Son males encarnados, “terror maldito”, para los egipcios. Los medios de comunicación egipcios no aceptan la teoría derrotista de corazones sangrantes, porque su gente sabe muy bien que Egipto - como sociedad y como Estado - tendrá éxito en no dar pie al radicalismo islámico  a menos que sus ciudadanos estén dispuestos – emocional  y prácticamente – a mantener una guerra abierta contra esa ideología con la determinación de triunfar y de destruirlo físicamente. .

 

 

Traducido por Shula Hamilton

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