Monday, December 9, 2013


El problema de los beduinos y la única solución posible

por Mordechai Kedar


Al final de la semana pasada, Israel experimentó una serie de manifestaciones a lo largo de las zonas árabes, algunos de los cuales fueron violentas, como parte del "día de la ira" por la decisión que tomó el gobierno de implementar el "Prawer Plan" para resolver los problemas relativos a la propiedad en el Neguev. Portavoces árabes – todos los cuales son ciudadanos israelíes - lanzaron consignas como "tercera intifada", "Día de la Tierra II" y "Rebelión beduina", consignas que estaban destinadas a incitar al público árabe, que representa una quinta parte de los ciudadanos del  Estado. Políticos y líderes del movimiento islámico intentaron despertar emociones contra el Estado y su decisión con respecto a los beduinos y su situación en el Neguev.

La impresión es que el problema es sobre la propiedad de la tierra, porque los beduinos, que viven dispersos por toda  la zona, han construído casas en terrenos que pertenecen al Estado sin permisos de construcción, sin planificación general  e infraestructura. Ahora el Estado quiere imponer orden en este problema.  Como consecuencia surgen preguntas como que compensación monetaria debe recibir cada beduino y cuánto dinero conseguirá por el territorio que abandona, a pesar del hecho que ningún beduino tiene o tenía alguna prueba de propiedad sobre la tierra que dice que es suya. Hasta hoy, todos los reclamos legales de los beduinos que se han presentado a los tribunales han sido negados, y ahora el Estado está interesado en resolver la cuestión de los asentamientos ilegales de beduinos a través de procedimientos legales.

Sin embargo, la verdad es que el problema no es sólo una cuestión de a quien pertenece la tierra y el asentamiento ilegal de los beduinos en tierras del Estado. El problema  es más amplio y más profundo. Amplio – porque hay serios problemas entre el Estado y los beduinos. Profundo – porque todas estas diferencias se derivan de las enormes brechas entre la cultura beduina y la cultura de un Estado moderno.

Un problema relacionado con los beduinos es el  de la poligamía. Hace aproximadamente cuatro años (21 de abril de 2009), en el suplemento económico de “Haaretz”, Meirav Arlozorov publicó información indicando que en ese momento, 5.829 mujeres fueron catalogadas como madres solteras en el Neguev, que tenían 23.855 niños entre ellos. En aquel momento había aproximadamente 155 mujeres con 10 niños cada una, y dos mujeres con 17 niños cada una. Todo el mundo entiende que no son madres solteras, pero que cada mujer es la segunda, tercera o cuarta esposa casada, según la Sharia  islámica, con un hombre y todos siguen viviendo juntos  en un hogar. Si esta era la situación hace cuatro años, ¿cuál es la situación actual?

La situación actual esta controlada por dos factores:  el  cultural y el económico. El factor cultural es que en la cultura beduina tradicional, se espera que un hombre se case con más de una mujer para demostrar su hombría. La creencia es que un hombre que vive con una sola mujer es débil e inútil. Además, un hombre  amplia su familia tanto como le sea posible para tener más peso económico, social y político en el sistema de sociedad beduina. Por ejemplo: el número de votos en las elecciones al Consejo local sería mayor, así que todos los candidatos vendrían a él para solicitar su apoyo.

El otro factor económico que gobierna  la poligamía es que el gobierno otorga subsidios a cada mujer según el número de  niños que tenga, independientemente de si se presentan como casadas o solteras, lo cual implica que traer hijos al mundo es un negocio productivo. Este año (26 de julio de 2013), en el suplemento del periódico Makor Rishon Tzedek, Yehuda Yifrach hizo público el hecho de que las familias beduinas reciben cientos de millones de shekels al año a través de programas gubernamentales de asistencia social  que por medio de divorcios ficticios en los Tribunales de la Sharia, y una pensión insignificante, la concesión a las "divorciadas" (que generalmente siguen viviendo con sus maridos) forzó al gobierno a darles pagos suplementarios por cada hijo.

Toda la historia de la poligamía en el Neguev es peculiar, ya que la poligamía es ilegal en Israel. Por lo tanto, de inmediato surge la pregunta: ¿por qué el Estado no impone esta ley sobre los beduinos, y ¿por qué que financia  la poligamía entre ellos mediante la concesión de beneficios y suplementos de ingresos por cada niño? La respuesta es clara: el Estado entiende que el tema es un asunto cultural relacionado con el sector beduino y prefiere pagar, utilizando los recursos que podrían usarse en otros sectores, para mantener la tranquilidad en la comunidad beduina. De esa forma no habrá demostraciones en contra del gobierno y no se bloquearán las carreteras.

Otro asunto conectado al matrimonio son las uniones entre parientes. La mayoría de las parejas en el Neguev pertenecen a la misma familia, y el resultado es que muchos de los niños sufren de enfermedades genéticas, algunas de las cuales son graves y potencialmente mortales. La alta tasa de mortalidad infantil en el sector beduino proviene en parte de ello. El Estado debe destinar muchos recursos para atender a los niños que sufren de defectos genéticos. El matrimonio entre parientes es también un asunto cultural relacionado con convenios tribales.

Otro asunto cultural relacionado con los beduinos es el asunto de matar para defender el honor y las peleas de sangre. El Estado prefiere cerrar los ojos y no ver las transgresiones graves que se cometen dentro del sector beduino, ya sea debido a la dificultad de investigarlas – ningún beduino atestiguaría contra otro. – o la indulgencia con la que los organismos de investigación (policía, el fiscal, tribunales, cárceles y el mecanismo de indultos) se refieren a estos actos de asesinato. El investigador Hasan Manar ha expuesto esta indulgencia en un artículo importante y doloroso que fue publicado en el libro "Sexo, género y política", editado por D. Yizraeli.

Hay otros asuntos problemáticos con el sector  beduino que han salido a la luz en los últimos años  son la cultura de "dinero de protección" en la construcción, en las zonas industriales, por ejemplo: Emek Sarah en Beerseba y el contrabando de drogas, armas, mujeres y trabajadores extranjeros que vienen a través del  Sinaí y Jordania.

Todos estos asuntos – construcción  ilegal en tierras del Estado, la poligamía, el matrimonio entre parientes, asesinatos, peleas sangrientas entre familias, protección y contrabando – que están conectados al sector beduino, demuestran que en lugar de ser un caso de algunos incidentes aislados, el problema es que la cultura beduina ve la ley del Estado como ley que no es parte de la cultura beduina. En esto, los beduinos de Israel no son diferentes de los beduinos en el mundo árabe, que viven vidas paralelas y separadas del resto del  Estado y dentro de otro sistema jurídico – "costumbres y tradiciónes" – que se basan en el sentido de "nosotros estamos aquí y el Estado está allá". El grupo les da poder, porque el Estado – por razones de conveniencia – no aborda cada problema beduino por separado, y como consecuencia se confronta con una tribu consolidada y violenta que no dudaría en usar dicha violencia si se siente que sus intereses están amenazados.

La cultura tribal es la base de todos los problemas que están conectados con los beduinos, no sólo en Israel sino en todo el Medio Oriente: en Libia, en Irak, en Yemen, en Siria, en Argelia, en Egipto (Sinaí) y en muchos otros lugares. Las tribus luchan contra el Estado para mantener su cultura, sus leyes, sus costumbres y sus tradiciones, que suelen ser contrarias a las leyes del Estado y sus reglamentos. La tribu tiene su propio liderazgo y su propio sistema jurídico y en muchos asuntos se conduce como una entidad independiente y separada del Estado. Entre los beduinos, el estado se considera una entidad hostil puesto que pretende hacer cumplir sus leyes en lugar de las leyes de la tribu.

La situación de los beduinos del Neguev no es diferente en principio a la situación de los beduinos en todo el Medio Oriente, y el Estado de Israel, que fue establecido hace más de 65 años, no ha tratado correctamente el problema. A partir de 1968 al Estado de Israel ha estado intentando integrar a los beduinos en las ciudades que fueron construidos para ellos: Rahat, Tel Sheva, Kuseifa, Lakiyya, Hura, Aro'er y Segev Shalom. Una parte significativa de los beduinos se mudó a estos pueblos y cambiaron su estilo de vida, pero el tribalismo también se ha movido desde el desierto a la ciudad: los barrios de la ciudad generalmente se ajustan al Código tribal y la  conducta y comportamiento de la gente todavía tiene características tribales tradicionales: en uno de los asentamientos beduinos en el Neguev, un niño fue atropellado por un miembro de otra tribu, y todos los niños pertenecientes a la tribu del conductor han dejado de caminar a la escuela del barrio, por miedo de convertirse en una víctima potencial  de asesinato, en venganza por el niño que había sido atropellado. Exigieron que el Estado construya una escuela especial para ellos, porque el camino a la escuela comunal atraviesa el barrio del niño que fue asesinado, y por lo tanto tienen miedo de caminar a la escuela de la comunidad.

Trasladarlos a la ciudad no resuelve la cuestión de la poligamía, porque en las ciudades también, hay familias en las cuales un hombre vive con varias esposas según la Sharia islámica, a pesar de ser una trasgresión las leyes del Estado. Muchos beduinos en los pueblos siguen  ganándose la vida con ocupaciones ilegales. El Estado vacila en  hacer cumplir sus leyes sobre el sector beduino, y esto es evidente en la falta de cumplimiento de las leyes de planificación y construcción. La política local en los pueblos beduinos se basa en la tribu, y los conflictos intertribales se  hacen difíciles de controlar por las autoridades locales. En muchos casos  el Ministro del Interior se vio obligado a disolver al Consejo municipal de un pueblo beduino, destituir al alcalde y nombrar una Comisión y un alcalde que vinieran de afuera para administrar la ciudad.

En conclusión: la base del problema con el sector beduino es que el grupo se ha quedado en la plataforma mientras que el tren del Estado ha progresado en el siglo XXI. La gran parte del sector beduino todavía vive bajo costumbres tribales, que son contrarias a las leyes del Estado. El estilo de vida tribal influye en todos los ámbitos de la vida – tipo de vivienda, educación, ocupación y las relaciones familiares – e interfiere con la capacidad del Estado para resolver los problemas de los ciudadanos  beduinos. El Estado nunca ha tratado de ocuparse con el problema de una manera holística, pero más bien ha intentado resolver el problema de la vivienda independientemente sin ocuparse de los otros problemas. De ahí es de donde provienen las dificultades para lidiar con el problema de tierras y vivienda. En ausencia de una política firme de Estado, se abre la puerta para la participación de gente foránea,  como el movimiento islámico, que aprovecha la confusión en las instituciones del Estado y contribuye a un auge en la construcción ilegal en tierras del Estado,  en proyectos que incluyen miles de personas que son traídos al Negev para trabajar en la construcción. Estos proyectos se llevan a cabo abiertamente con muchos anuncios antes y después, y el Estado no hace nada; está paralizado cuando se enfrenta con la determinación del movimiento islámico.



La solución

El hilo que enlaza todos los problemas relacionados con los beduinos es la cultura beduina, que se basa en la cultura tribal. La cultura tribal es una gran barrera que impide al beduino a integrarse en la vida de un Estado moderno que está basado en la ley de igualdad para todos sus ciudadanos. Si el Estado quiere integrar a los beduinos para que sean parte de una sociedad normal, debe no sólo sacarlos del desierto, si no que tienen que sacar el desierto de sus vidas. La solución al problema de los beduinos en el Néguev no debe limitarse a tratar con el problema de la vivienda, ya que el problema de la vivienda es sólo una pequeña parte de la cultura tribal. Si el estado quiere resolver el problema de raíz tiene que lidiar con los problemas que son el resultado de la cultura tribal.

El tratamiento de los beduinos debe involucrar un enfoque holístico, incluyendo todos los ámbitos de la vida: vivienda, ocupación, educación y las relaciones familiares. Por otra parte, el Estado debe tratar al trasgresor beduino de la ley como trata a cualquier otro trasgresor de la ley, y si rompe la ley, el Estado no puede tratarlo con  indulgencia sólo porque nació en una tribu beduina grande y poderosa que puede ejercer presión sobre los organismos policiales.

Hay que planificar la vivienda para los beduinos, con infraestructuras de agua, alcantarillado, electricidad y comunicaciones. Con las instituciones públicas, áreas industriales, empleo y servicios sociales. El Estado debe invertir todos los recursos necesarios en este esfuerzo para que las ciudades beduinas en el Néguev sean iguales a cualquier otra ciudad en el Estado de Israel. Por otro lado, edificios privados, construidos fuera de las comunidades, debe ser considerado como una grave trasgresión de las leyes del Estado, y estos infractores de la ley deben ser juzgados y castigados. El Estado debe comportarse hacia sus ciudadanos en el Néguev exactamente como lo hace con los ciudadanos en Tel Aviv o en Herzliya, porque si no es así, se crea una severa discriminación entre los ciudadanos del estado: existe la situación donde el ciudadano en Tel Aviv tiene prohibido construir ilegalmente en tierras del estado, mientras que eso se permite a cualquier ciudadano beduino en el Neguev.

 

El Estado debe establecer lugares de empleo y áreas industriales en las ciudades de beduinas para desarrollar incentivos y otorgar a sus ciudadanos beduinos la posibilidad de una vida honorable con ocupaciones normales. Las instituciones de educación superior en el Estado deben estar abiertas y deben de ser accesible a cualquier beduino, hombre o mujer, que esté interesado y que sea capaz de aprender. Al mismo tiempo el Estado debe hacer cumplir la ley con su máxima severidad para quien se ocupa del  contrabando, "protección" o cualquier otra ocupación ilegal.

El Estado debe usar el sistema educativo para impartir a la joven generación de los beduinos los conceptos de ciudadanía que puedan sustituir  las leyes tribales. Una mujer beduina debe aprender que según la ley estatal, así como la ley islámica, tiene el derecho a elegir a un compañero en la vida por sí misma, incluso si es de otra tribu y que puede casarse con la condición de que su esposo no tome a otra esposa tras ella. El sistema educativo debe dar a la juventud beduina, información acerca de los peligros genéticos asociados con el matrimonio entre parientes y que todo el mundo – ya sea mujer u hombre – tiene el derecho a aprender, a progresar en la vida y a desarrollar una carrera profesional.

El sistema educativo debe transmitir a la juventud de este sector la obligación de obedecer las leyes del Estado, sobre todo si son contrarios a las leyes de la tribu. La prohibición contra la violencia debe ser un principio principal para todos los ciudadanos, incluyendo los beduinos. La educación debe explicar que la poligamía es una práctica  que va contra la ley y por lo tanto está prohibida. El mensaje educacional debe dar a la nueva generación de hombres beduinos el sentido de que su hombría no proviene del número de mujeres que tienen pero de la manera en que cada uno se relaciona con su única esposa, y que el número de niños es menos importante que su educación y asegurándose de que cada niño reciba lo que cualquier niño moderno recibe hoy en día de sus padres.
Educadores en el sector beduino deben actuar de acuerdo con el principio de que su tarea es la de impartir a los jóvenes el deseo y la capacidad de ser ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones, que la persona es libre, que puede tomar decisiones de forma independiente y no está subordinada a ningún grupo.

El Estado tiene que hacer cumplir la ley del seguro nacional de salud de tal manera que no subsidiará  la ley de la poligamia. El  Estado debe limitar los beneficios de los niños según cada hogar, de tal manera que cada hombre puede obtener beneficios sólo para una mujer, con quien está legalmente casado y  sus hijos. El Estado debe cancelar los beneficios a las esposas que fueron traídas al Negev, del Monte Hebrón, de Jordania, de Arabia Saudita o de la franja de Gaza, entre ellos la hermana del  Primer Ministro. No hay ninguna razón por la cual debe subsidiar con dinero del Estado a los ciudadanos de los Estados extranjeros.

La política del gobierno hacia el sector beduino debe ser coherente y consecuente, sin tener en cuenta los cambios en el gobierno. El cambio cultural no se produce en una noche y exige una gran inversión y de largo alcance. El Estado debe asignar los recursos necesarios para traer este cambio cultural al sector beduino para que se integren en el siglo XXI, de lo contrario este importante sector se mantendrá en un desierto cultural en el Medio Oriente.



Traducido por Shula Hamilton

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